MITOS
Una y otra vez el Cid ratifica su lealtad aunque el Rey les crea a sus difamadores, y devuelve los agravios con nuevos triunfos en honor de Castilla. Las traiciones y conjuras de los mediocres Infantes de Carrión, que burlan y engañan al Rey, no lo mueven de su conducta recta, y deglutiendo el rencor de las afrentas el Cid afirma su dignidad, es fiel a sus vasallos y es buen vasallo de su Señor. Frente a la ingratitud, aún en la adversidad, aún en la injusticia que se comete contra él, Rodrigo tiene en claro quién es el enemigo y contra quiénes deben ir su lanza y su espada Tizona.
La Inglaterra medieval nos lega la saga de Arturo, con Excalibur y la Piedra, la Dama y el Lago, pero sobre todo con la Mesa Redonda. La idea de que sólo con la presencia y el acuerdo de todos los caballeros en torno a la mesa puede salvarse el reino, es una idea rectora. Cuando los caballeros riñen entre ellos, cuando los rencores y recelos, envidias y traiciones, priman sobre la Concordia, el reino se desangra, las cosechas se frustran, la peste y el hambre se enseñorean de Inglaterra. La paz y la prosperidad de Inglaterra exigen que se depongan enconos y caprichos, pero también que nadie prime sobre los otros.
La idea de la mesa completa y plena, sin exclusiones de ninguno, de acuerdos entre pares y no de mandones arbitrarios, es una lección política que el mito nos ofrece y que la prudencia sugiere recoger.
Dosmil años antes del Cid y de Arturo, los griegos empezaron
a escribir las historias que ya se venían contando, y algunos de sus mitos
también resultan útiles para evocar desde la política.
Uno de esos mitos es el de Caribdis y Escila. Escila era un
monstruo que vivía en una cueva, a un lado de un estrecho por el que debían
pasar los navegantes. Si se arrimaban a esa costa, las garras filosas y las
seis cabezas pobladas de dientes de Escila arrancaban a los navegantes de sus
barcos. Si por alejarse de Escila los marineros se pasaban al otro lado, se
encontraban con Caribdis, condenada a vivir allí. Era una deidad menor femenina,
castigada por Zeus por voluptuosa y convertida también en un monstruo, que tomaba
y volcaba cantidades enormes de agua, provocando remolinos que estragaban navíos
y tripulaciones. Ulises pasó siguiendo el consejo de Circe, que dijo que era
preferible pasar más cerca de Escila, aún perdiendo hasta seis hombres, antes
que perder el barco y perderse todos por el accionar de Caribdis. Los
argonautas, ayudados por las nereidas, pudieron sostener su navegación en
delicado equilibrio, por un justo medio que los sustrajo al alcance de los
monstruos de las orillas.
Otro muy pertinente para los argentinos es el mito de Sísifo. Hay distintas versiones sobre la gravedad de la ofensa de Sísifo a los dioses, pero el asunto es que fue condenado a arrastrar una pesadísima roca y colocarla en la cumbre de una alta montaña. Lo fatal de la condena y lo que la hacía eterna radicaba en que cada vez que Sísifo estaba por completar su tarea, se desbarrancaba con piedra y todo y tenía que volver a comenzar.
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"Y no olvidemos el goofus bird, pájaro que tiene los ojos en la nuca y vuela hacia atrás, porque no le interesa saber a donde va sino donde estuvo." (J. L. Borges - El libro de los seres imaginarios)
Muchísimas gracias por estas, muy oportunas, actualizaciones!
ResponderEliminarMuy bueno Sergio, felicitaciones
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