je suis lo que venga

La marcha de los jesuises


Creo que convocan para ir aglutinando su núcleo con cualquier cosa: que el ANSES organice mal las colas y ponga en riesgo la cuarentena, que se mantenga la cuarentena cercenando las libertades individuales; que no sesione el Congreso, que el Congreso sesione; que se subsidie por la parálisis económica, que no se subsidie.
No creo que se produzca una nueva anti125, porque no hay condiciones y el gobierno recién arranca, pero se entrenan y buscan crear esas condiciones.
Nosotros tenemos que estar atentos para corregir rápido los errores. Tendríamos que ser más vivos y -sobre todo- más organizados. Si las decisiones se toman en soledad, la dinámica del riesgo afecta a las organizaciones.
Hay que tener en claro los objetivos estratégicos y no entrar en provocaciones ni desviarnos por causas secundarias o laterales. Cuando se tensa la lucha se mezclan dos planos, uno que es perseverar en la estrategia y preservar las fuerzas que la sostengan, y otro el de no sufrir derrotas que, aunque tácticas y secundarias, hagan mella en la moral de nuestra propia gente. Eso, que se puede comprender, se puso en actos con mal resultado en la crisis de la 125. Un error estratégico, una victoria táctica que nos desangró a futuro y dio mística de reunión a un enemigo que venía desacreditado y en derrota.
Empeñarse sin perspectiva, como los alemanes en Verdún, no lleva a la victoria; no saber retroceder cuando no se puede avanzar, no es valentía.
Muchos compañeros hablan de dar mejor la batalla cultural, y tienen razón. Pero repetir batalla cultural como conjuro no resuelve mucho, se hace consigna y cansa. Una vez diagnosticado, se trata de hacerlo, de practicarlo con buen arte y con resultados, organizadamente.
Pero también hace falta forjar una mejor cultura política instrumental en nuestro movimiento. Incurrimos en un error recurrente, que es el de actuar sin calcular, sin promover y lograr los consensos necesarios para desplegar y ejecutar la acción. 
Teniendo razón y sobrados argumentos, actuamos sin embargo a destiempo y sin coordinación. Como cuando el intento de reforma judicial, en que enviamos al Congreso leyes elaboradas en el sigilo de un fin de semana; como con la 125, concebida en clave de financierismo porteño y ejecutada mirando la oveja patagónica, sin registro de la dinámica agropecuaria pampeana.
Lo mismo ahora con este caso de la exportadora en quiebra. En vez de ayudar el clima para  que nos pidan intervenir, atropellamos y logramos el milagro de unir a los estafados con sus estafadores y verdugos.
Y generándoles de paso una atmósfera hostil a nosotros, una nube que los cubre y protege en su miserabilidad, como aquellos velos que los dioses griegos echaban entre los hombres en combate, para nublar la vista y confundir su razón, cuando tomaban partido por los mortales y se metían en las batallas frente a las murallas de Troya.




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