Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte
Desde antes de la Primera Junta la oligarquía argentina exhibe un
instinto infalible contra la popularidad de un dirigente, de Liniers y Artigas
a Yrigoyen y Perón. Tiene sentido, porque esa élite económica sin mérito
necesita evitar que se concentre prestigio, es decir poder, en alguien que
pueda condicionar su pretensión de gobernar sin consultar ni tener en cuenta a
los demás. Tan viejo que ya lo decía Tucídides en tiempos de la Guerra del
Peloponeso.
Desde que el frente popular terminó de reagruparse, catalizado por la
decisión de Cristina Fernández de ser vice y proponer a Alberto Fernández como
candidato a presidente, los ideólogos del poder establecido, sus empresarios,
voceros y propagandistas, buscaron dividir a Cristina y el núcleo “kirchnerista”
del peronismo “sensato” y del “presidente títere”, buscando minimizar, segregar
y expulsar al “populismo radicalizado proto-chavista”. Proliferaron pseudo análisis
políticos explicando con regocijo cómo la dirigente más popular del país
trataba de frenar el ascenso de su compañero de fórmula, cómo ella iba cayendo,
cómo él la desplazaba, cómo el camporismo se veía crecientemente apabullado por
un nuevo tiempo sin grietas ni estridencias.
Una vieja maniobra para dividir, practicada antes con Ramírez y López,
con los Lomos Negros y Cullen, con Urquiza, con el antipersonalismo, con
Lonardi . . .
Pero apenas Alberto Fernández no cumple el libreto que pretenden
imponerle y gana en consideración popular en medio de la crisis por la
epidemia, se activa el radar elitista, se encienden las alarmas y salen a
denostarlo. En vez de favorecer su tan declamada unión nacional, en vez de
sellar la grieta que ellos mismos abren y convierten en trinchera, en vez de
llamarse a silencio después de haber respaldado y aplaudido los extravíos de
CAMBIEMOS, silenciando sus iniquidades, muestran que sólo eran pose, impostura
y lágrimas de cocodrilo, poniendo en escena una campaña de acción psicológica
para minar la moral patriótica y la paz social.
A tono con tendencias globales, se adentraron en la semántica de la
peste como explicación bélica y estuvieron unas semanas hablando del “enemigo
invisible” y variaciones sobre el estado de sitio ante la ciudad cercada. Sin
embargo, en un giro de ciento ochenta grados, promueven ahora la rebelión
fiscal y hasta invocan a San Martín para no pagar impuestos. Su rencor los lleva
a tergiversar el sentido común y desconocer lo que debieron aprender en la primaria,
ya que hasta la historia escolar señala que tanto San Martín gobernador de Cuyo
como Belgrano en Jujuy cuando el Éxodo reprimieron con rigor actitudes semejantes.
Ante el asedio, la catástrofe y la guerra, por siglos la conducta prescripta ha
sido la disciplina. En esta gente de pulsiones autoritarias, desconocerlo no
puede ser mera ingenuidad, sino malicia, conducta antinacional y sentido
antipopular.
No hay que plegarse al cacerolismo ingenuo ni dejar pasar la
provocación antisocial, que se pagarían con usura.
Porque no duermen, si no hicieron mal;
y pierden el sueño si no han hecho caer a
alguien.
Porque comen el pan de la maldad
y beben el vino de la violencia.
(Libro de los Proverbios - 4:16-17)
Una aguda y certera reflexión
ResponderEliminarExcelente!!!!!
ResponderEliminarsiempre se aprende algo nuevo. y esto me sirvio
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