YA NO SE LEE COMO ANTES
A mí me gusta leer y me gustan los libros, los libros de papel y tinta.
Recibo mensajes y escucho gente diciendo que en los libros está la verdad, como contraposición a las mentiras fáciles que pululan y acechan por la red.
También escucho que los jóvenes, al dedicarse al celu, la play y la tele, ya no se cultivan como antes; y que como atienden varios dispositivos a la vez dispersan la atención y razonan con menos rigor analítico.
Y hasta recibo esos mensajes de gente que no parece muy leida.
La verdad y la mentira bailan a través de los siglos y la mudanza tecnológica.
La verdad y la mentira existían antes de la invención de la imprenta.
Se mentía y se decía la verdad antes que existiera la escritura.
La comunicación instantánea que permite la electrónica es un nuevo ambiente para que la verdad y la mentira se entremezclen y disputen.
El problema es de entendimiento y no de libros, que así les fue al pobre Alonso Quijano y al torpe autodidacto de La Náusea.
Conozco mucho zonzo ilustrado, mucho mentiroso que escribe, mucho cómodo y quejoso que encuentra más fácil criticar a sus hijos que tratar de comprender, añorando su tiempo ido -o perdido- y repitiendo pavadas sin pensar.
Conozco gente que de chica no leía ni el Patoruzito y ahora presume ante sus nietos de literata, les enrostra memes que dicen que el idioma castellano tiene no sé cuántos vocablos y hacen una cuenta de los que habría usado Cervantes al escribir El Quijote; mientras que esta juventud de la que forma parte ese nieto no maneja ni un centésimo de esa cifra.
No encuentra contradicción entre decir que los chicos no leen y retarlos porque se pasan todo el día leyendo en el celu. Entre las tantas lecturas que no hicieron ha de estar McLuhan con su Aldea Global, que ya ha pasado el medio siglo.
Tras todo ese reto que no parece muy práctico para interesar a nadie en buenas lecturas, cambian de humor y llaman sonriendo a ese mismo nieto para que les ayude a configurar el celu, "porque yo no me doy mucho con la tecnología, ¿viste?".
El problema no es de libros, sino de cabeza.
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