LA TEMPESTAD
LA TEMPESTAD
El Presidente Macri explica desde hace meses que estamos en
crisis y atravesando fuertes tormentas. Que estamos todos en el mismo barco, y
que hay que mantener el rumbo.
Uno se pregunta, suspicaz, si todos van en la misma cubierta
y en la misma clase, si hay salvavidas para todos, si para aligerar la nave del
Estado no se irá arrojando a algunos por la borda, y quiénes serán los que
deciden y quiénes los que van al agua. Encima, a los que sólo reman y reman, los
acusan de vagos subsidiados por los que van en primera clase, en el restaurante
y a cubierto.
La metáfora náutica hace agua aún si no hubiera témpanos a la
vista.
Nos queda la metáfora climática, la del temporal que barre a
los argentinos con vientos que soplan desde la lejana Turquía, las finanzas
yanquis y el comercio chino. Vientos
borrascosos y persistentes que se desataron hace 70 años y que –justo ahora- se
conjuran en este funesto ciclón tropical.
Pero claro, la ciencia nos recuerda la dinámica de los
huracanes, y cómo arrasan todo a su alrededor, llevándose bienes, gentes y
esperanzas a su paso por islas caribeñas off shore, y cómo están tranquilos quienes
permanecen en el ojo de la tormenta, como el gobierno argentino y los oligarcas
que lo mandan, que en cada crisis se enriquecen más, sin embargo.
Metáforas cazabobos.
Hace siglo y medio, en payada memorable, el Moreno le decía a
Fierro que “es la ley como la lluvia, / nunca puede ser pareja, / el que la aguanta
se queja, / más el asunto es sencillo: / la ley es como el cuchillo, / no ofende a
quien lo maneja”.
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