Hay que trabajar mucho para ganar estas elecciones de segunda vuelta. No hemos triunfado todavía, el partido se está jugando y viene parejo. Verificamos que era un error caer en el derrotismo tras las elecciones PASO del 13 de agosto, elecciones en las que salimos terceros y vimos la magnitud tomada por la vieja corriente oligárquica procesista, corporizada ahora en el grotesco Milei y la negacionista Villarruel, así como el triunfo de la inclasificable Bullrich en su propia interna. El movimiento nacional se ha ido reagrupando y movilizando, pero no hay que descuidarse ni relajarse. La hipocresía y el cinismo de la vieja oligarquía representada ahora por Milei es tan grande como su poder y su afán de reducir bienestar popular, anular derechos ciudadanos y entregar al extranjero la soberanía nacional, empezando por Malvinas. Si en aquel momento debimos evitar y superar el desánimo para entrar en la segunda vuelta, debemos librarnos ahora de cometer el error contrario, el de caer
Diferentes analistas políticos vienen siguiendo la irrupción y el despliegue, en EEUU y todo Occidente, de una corriente que denominan populismo de derecha, o neofascista, o internacional libertaria. Liberales en lo económico y autoritarios en lo político. Sus líderazgos destacados van de Trump a Bolsonaro, de Meloni a Milei. Sobre sus postulados y variaciones hay gran cantidad de trabajos e investigaciones, materia que excede este breve comentario. Esa corriente pretendidamente rebelde trata de captar y dar cauce a la frustración que genera en grandes contingentes sociales la exclusión y la desigualdad del sistema. No busca resolver la desigualdad material, sino más bien descargar la tensión simbólica, darle cauce por una vía muerta que bajo la ilusión de un cambio fácil perpetúe la dominación. Apelaciones patrióticas exclusivistas, componentes mesiánicos o religiosos, consagración de la propiedad privada, individualismo exacerbado y pulsión autoritaria, se amalgaman en su estil
COMEDIA, GROTESCO Y TRAGEDIA Repeticiones para vender pasado en copa nueva Al revés que en una cita que circula habitualmente de El XVIII Brumario de Luis Bonaparte , hay historias que se dan primero como comedia y suenan luego como tragedia. En la primera mitad del siglo XVIII Jonathan Swift, el autor de Los viajes de Gulliver , publicó Una modesta proposición , librito satírico que proponía resolver el problema de la pobreza en Irlanda y la falta de comida con un simple trámite que beneficiaría a todos: que los pobres del reino pudieran vender a sus hijos como alimento para los ricos. De esa manera tendrían menos bocas que alimentar en sus familias campesinas, y brindarían un alimento de calidad a sus conciudadanos de fortuna. Swift decía que no le parecía algo tan innovador, siendo que esos ricos ya se venían devorando a los padres a fuerza de explotarlos. Quedan dudas sobre si ciertos candidatos y candidatas que posan como leones de melena eréctil y panteras quemadas al rhum son m
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