distorsiones ópticas y honestidad selectiva
La honestidad selectiva y distorsionada no es honestidad sino pretexto. Por eso aplauden y sostienen un gobierno de ladrones, que nunca trabajaron y que viven de herencias que ellos mismos confiesan mal habidas.
A la semana de su muerte, Mauricio -el ídolo del clasismo aspiracional- dijo que su padre era un coimero. Y a Mauricio no se le conoce otra fuente de riqueza que esa su herencia, más sus propios negocios ilícitos a partir de aquel patrimonio.
No es un problema de cabeza sino de espíritu pobre. No hay preocupación ética, sino consignismo bobo por carencia de argumentos y falta de voluntad intelectual para procurárselos.
Sólo las calamidades que caigan alguna vez sobre sus propias cabezas vacías podrán un día conmover corazones cerrados.
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