UNO y la política

UNO y la política

«Si yo pudiera como ayer querer sin presentir» es un verso magnífico, y UNO es un gran tango. Como otros tantos tangos de Discépolo, se adentra en la amargura, la frustración y la desesperanza. Gran reflejo de un tiempo del mundo y de la Década Infame argentina, como todo gran arte resulta de proyección universal.
Pero ser discepoleano en política es cosa diferente. En otro momento, diez años después, el mismo Discépolo/Mordisquito critica ese vivir amargados e invita a otra cosa. Invita a tener fe en el destino y en el pueblo, que es una condición necesaria para la victoria.
Jauretche –en una de aquellas polémicas rescatadas por Galasso- se lo explica a Julián Centeya en los 50, cuando en nombre del antiperonismo éste usa los versos de Cambalache contra el gobierno popular.
Ya en su «Paso de los Libres» el mismo Jauretche recomendaba «a payadores de rango» no andar «llorando en el tango sus desdichados amores».
El enemigo busca sembrar entre nosotros desazón, intrigas y divisiones. No seremos menos vivos por evitar hacerles el juego y no ser suspicaces. «Nadie puede ser más inteligente que su tiempo», decía Scalabrini Ortiz.
Yo trato de acordarme de todo, «no me aparto de la güeya...», ni dejo que «me engrille la prudencia», pero no distraigo mis pensamientos del objetivo principal, que es derrotar al enemigo oligárquico a fin de año.
Toda dispersión de esfuerzos resta.
Al menos hasta que salga el sol «y la batalla esté ganada y perdida».

Comentarios

  1. lo de la güeya es de M. Fierro, lo del la prudencia engrillada de El payador perseguido, y lo de la batalla ganada y perdida es de las brujas del comienzo de Macbeth.

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