PAZ Y ORDEN

Recibo interrogantes y comentarios negativos sobre la consigna PAZ Y ORDEN, y pienso que es una valoración errónea.

Regalar los conceptos de orden y de paz a la derecha represiva es una equivocación recurrente que favorece a la oligarquía, lo mismo que la del antimilitarismo abstracto.

“DE LA CASA AL TRABAJO Y DEL TRABAJO A CASA” fue una frase del primer peronismo que resaltaba el orden de la nueva Argentina justicialista. En 1973 el Gral. Perón convocaba a reconstruir un país devastado por la entrega de los gobiernos oligárquicos, y propugnaba hacer una “REVOLUCIÓN EN PAZ”. Sorprende gratamente en La Habana el orden y la paz que parecen reinar allí. Y también, si bien se mira, había un anhelo de orden básico y más justo en aquel "PAZ, PAN Y TIERRA" que pedía la Revolución Rusa. Orden y paz son anhelos de cualquier sociedad humana desde que la humanidad existe.

Por otra parte, competimos en esta elección contra un oficialismo provincial que no ha dejado estropicio por cometer en materia policial, y contra un oficialismo nacional que concibe la seguridad como si fuese una fuerza de ocupación extranjera o una armada medieval para proteger ricos, que actúa para escarmiento y temor de pobres y excluidos. No parece desatinado poner el foco en este tema, en que tanto contrastan con nuestras gestiones de gobierno, no tan lejanas.

El peronismo debe promover sin culpa ni complejos una nueva sociedad con paz y orden, lo que no significa orden sin libertad, ni la paz impuesta sobre los vencidos.

La paz y el orden deben ser para todos, y no sólo para las islas del privilegio. Los dueños del país ven violencia y desorden ante cualquier pretensión de un orden nuevo y más justo en una sociedad más igualitaria. Sus predicadores siempre han buscado asociar al peronismo con la ambición personal, el resentimiento social sin propuestas, el caos y la violencia.

No es bueno caer en su juego, y mucho menos creerles.