“... me gusta lo desparejo, y no voy por la vereda ...”
“... me gusta lo desparejo, y no voy por
la vereda ...”
(PARA RECORDAR Y REFLEXIONAR)
8 de enero de 2018
Hace dos años
asistíamos a la primera farsa policial de CAMBIEMOS, guionada por servicios de
inteligencia y con protagónicos de Carrió y Bullrich.
Era una mezcla de
"la Cacería del Plesiosaurio" de los años 20 con "Robó, huyó y
lo pescaron" de Woody Allen: la huída de los más peligrosos criminales
jamás vistos, Lanata, Schillachi y Lanata. Y la deportación del siniestro Pérez
Corradi, cuyas declaraciones dejarían a la mitológica Caja de Pandora como un
trivial chisme familiar de sobremesa.
Las fuerzas
dispusieron cerrojos implacables pero los malechores huían, ya por el sórdido
gran Buenos Aires, ya cruzando el Salado, ya en Misiones, camino a Tucumán,
etc. La Prensa Libre comunicaba día tras día, minuto a minuto, el esfuerzo de
la ministra disfrazada de Rambo subdesarrollado que caminaba en falsa escuadra.
Finalmente los cacos
chocaron con un zanjón en un camino de tierra y los encontraron magullados unos
paisanos cerca de la costa del río, por Cayastá.
En cualquier país
serio hubieran sido -Carrió, Bullrich y el Presidente- merecedores del escarnio
y la befa, pero aquí la propaganda regiminosa los eximió de pecados y del tema
no se habló más.
No faltan hoy loros
barranqueros que gritan sobre la RAM o sobre los terribles rompebaldosas, con
la misma euforia con que explicaban la importancia de las revelaciones que
harían aquellos fascinerosos, y las tramas y subtramas de protección.
De aquéllo no se habló
más, pero cabría analizar la posibilidad de que Lanata, Schillachi y Lanatta
fuesen en realidad los auténticos jefes de la insurrección mapuche, a través de
la triple frontera, la conexión persa y el negocio que más beneficios rinde en
el mundo después del petróleo, la droga y las armas: la reposición de veredas.
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