EL SENADO Y LOS IDUS DE MARZO

(W. Shakespeare, Julio César, acto I escena II) César: Rodéame de hombres gordos, hombres de cara lustrosa y tales que de noche duerman bien. He ahí a Casio, con su figura extenuada y hambrienta. Piensa demasiado, es peligroso. Antonio: No le temas, César. Es un noble romano y de rectas intenciones. César: ¡Le quisiera más gordo! Pero no le temo. Y sin embargo, si mi nombre fuera asequible al temor, no sé de hombre alguno a quien evitase tan pronto como a ese enjuto Casio. Lee mucho, es gran observador y penetra admirablemente en los motivos de las acciones humanas. Él no es amigo de los espectáculos como tú, Antonio, ni oye música. Rara vez sonríe, y cuando lo hace, es de manera que parece burlarse de sí mismo y desdeñar su humor, que pudo impulsarle a sonreir a cosa alguna. Semejantes hombres no sosiegan jamás mientras ven uno más grande que ellos, y son, por lo tanto, peligrosísimos. Te digo más bien lo que es de temer que lo que yo tema, pues siempre soy César. Colócate a mi derec...